4 Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo, muy acertado el artículo. Solo se me ocurre añadir dos cosas más. Muchas estructuras de madera centenarias se han conservado hasta hoy gracias a esas protecciones que parecían mínimas pero que han preservado edificaciones que configuran la trama urbana de muchos pueblos declarados conjuntos históricos en Salamanca. Dejar al descubierto la madera supone exponerla a la meteorología y a su rápida degradación. Por otro lado, los revocos que se pican y eliminan, son en muchas ocasiones documentos irrepetibles del pasado. Sobre ellos existen trazados, textos, y huellas que permiten descifrar el aspecto real de los cascos históricos en el pasado. Saber cómo se trabajaba, de qué estaban compuestas las argamasas, y mucha información que puede aportar en sus capas superpuestas, un revestimiento sobre la historia del edificio y su entorno, que desaparece de forma irrecuperable como si quemáramos el libro de fábrica de una construcción centenaria.

  2. Algunos me siguen llamando imbécil cuando digo esto mismito. Pero en la época de la superficialidad donde la gente se tatúa de pies a cabeza o peor, se escarifica la piel ornamentalmente, ¿Qué podemos esperar?
    Se me rompen las manos de aplaudirte.

  3. Extraordinaria la explicación, de la moda de dejar las fachadas de la arquitectura popular de nuestros pueblos retirando los enfoscados y dejando a la vista el entramado de maderas con el perjuicio y el deterioro del edificio.
    Gracias a Albanecar, un saludo.
    Germán Cano Lopez

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