En el Museo Arqueológico Nacional se halla una de las cuatro techumbres de lazo que existieron en los torreones del desaparecido Palacio de los Cárdenas en Torrijos (s. XV), de las cuales era la única en forma de cúpula o media naranja (Fig. 1). La excepcionalidad de las cúpulas en la carpintería de armar española hacía de cada una de ellas un ejemplar único, y saber trazarlas permitía alcanzar el más alto grado del gremio. Sin embargo, en los tratados nunca se llegó a describir del todo el procedimiento para su trazado y construcción.
CÚPULAS DE MADERA EXISTENTES
Únicamente existen seis cúpulas de lacería dentro de carpintería de armar hispánica: la del Salón de Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla (1427), la procedente del Palacio de los Cárdenas de Torrijos que aquí se estudia (s. XV), la de la Casa de Pilatos de Sevilla (1537), la del Convento de San Francisco de Lima (s. XVII), reconstruida en 1973 y, sensiblemente distintas, las dos del Patio de los Leones de la Alhambra (s. XIV) (Fig. 2).
No obstante, existen otras cúpulas de madera con estructura oculta, tales como la del Hospital Real de Granada y la de la iglesia de Copacabana en Potosí (Bolivia). Fuera del contexto español, están la cúpula de la Roca de Jerusalén, la de la Gran Mezquita de Damasco o las documentadas por Pavón Maldonado. Más habituales y tardías, fueron las cúpulas encamonadas, revestidas interiormente de yeso, simulando ser de fábrica.
Las primeras en aparecer fueron los cupulines que hay a ambos extremos del Patio de los Leones de la Alhambra (s. XIV), si bien su técnica y trazado son muy distintos al resto de las cúpulas de Castilla y América. Su forma semiesférica, y su trazado de ruedas de once brazos no se volverían a repetir nunca.
A partir del siglo XV se realizaron las cuatro cúpulas ya referidas, todas ellas usando el trazado de lazo lefe, basado en la repetición de ruedas de diez brazos, como sustrato de la ornamentación. Según Nuere, el lazo lefe es “La labor de lazo de 10 con ruedas de azafates redondos exclusivamente, sin modificaciones en la traza. Los huecos existentes en el conjunto se rellenan con parejas de los mismos azafates”. La secuencia constructiva que siguieron los tres ejemplares españoles partía de la realización de doce gajos, en los cuales, los camones principales, colocados como meridianos en los límites del gajo, conformaban la estructura fundamental para llevar a cabo el resto del armazón, en cuanto a lacería se refiere (Fig. 3).
CÚPULAS DE MADERA EN LOS TRATADOS
Como muestra de la complejidad de las medias naranjas, en las Ordenanzas de la Ciudad de Sevilla de 1527, se recogen las pruebas que debían pasar los distintos oficios relacionados con la carpintería, de entre las cuales, la exigida para llegar al grado más alto, el de “geométrico”, era precisamente la de “saber fazer una quadra de media naranja de lazo lefe”. Éste es un tema que aparece, aunque de manera muy sucinta, en los dos tratados de carpintería de armaer españoles más importantes: el de López de Arenas y el de Fray Andrés de San Miguel.
- Diego López de Arenas
Arenas escribió en sus textos, recetas prácticas para otros carpinteros, soslayando lo que éstos conocían por lo común de su aplicación. En lo referente a cúpulas, destacó algunos aspectos de su realización, que sin embargo erraban gráfica y textualmente, haciendo irreproducible su método. En su segundo manuscrito describió la forma de realizar una media naranja, dividiendo el plano en gajos (Fig. 4). Sin embargo, omitió cómo trazar los bordes de cada gajo, en lo que parecía un intento de adaptar una aproximación gráfica de la cuadratura del círculo basada en Arquímedes, al caso de una cúpula (Fig. 5).
- Fray Andrés de San Miguel
Fray Andrés de San Miguel se centra más en el aspecto teórico del trazado sobre el papel, sin entrar en los pormenores de lo constructivo. Así, en la única referencia a la media naranja de su manuscrito, describe la manera de trazar el desarrollo plano de un huso de una semiesfera sin explicar nada de cómo se introduce el lazo en ella.
- La interpretación posterior de los tratados
Existen autores recientes que han interpretado los tratados, incluyendo referencias a la media naranja, Fue Prieto y Vives el primero en analizar lo que Arenas contemplaba sobre las cúpulas y dar cuenta de sus errores y omisiones. Sin embargo, Nuere desentraña los textos de Arenas, y es el único que propone el desarrollo de una media naranja, sorteando los errores del autor. Posteriormente, Toajas Roger, también refiere los fallos del sevillano, sin analizar la cuestión con más detalle. Por último, Candelas-Gutierrez realiza importantes observaciones al trazado de cúpulas según Arenas, lo que le sirve para analizar más tarde el ejemplar de los Reales Alcázares de Sevilla.
Por otro lado, en lo referente al manuscrito de Fray Andrés de San Miguel, Báez Macías lo transcribió sin analizar su contenido, y Nuere volvió a descodificar el mismo mediante el método de la lectura dibujada, aplicándolo en este caso al desarrollo del gajo que plantea San Miguel.
LA CÚPULA DEL PALACIO CÁRDENAS
Entre 1902 y 1904 se desmanteló el palacio que construyó en Torrijos a partir de 1482 Don Gutierre de Cárdenas, maestresala de Isabel la Católica, por lo que su construcción seguramente implicó a los mejores artesanos de la época. Poco antes de su demolición, Repullés y Vargas publicó una descripción de las armaduras de los cuatro torreones del palacio (Fig. 6), de las cuales, la del noreste es definida como una “semiesférica cuajada de arabesca tracería”.
Actualmente, esas cuatro armaduras se ubican en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid), en el Victoria and Albert Museum (Londres, Reino Unido), en el Legion of Honor Museum Of San Francisco (EEUU) y en el Château de Villandry (Francia) (Fig. 7). Esta dispersión fue el resultado de su venta por parte de los propietarios, de lo que dio buena cuenta un artículo de la revista “Por esos mundos”, que constituyó un auténtico catálogo de venta de las obras artísticas contenidas en el palacio.
- Descripción física
La cúpula tiene un diámetro ecuatorial de unos 520 cm., con un arco rebajado verticalmente unos 50 cm., por lo que en realidad su sección es elipsoidal. A su vez, la cúpula presenta un bolsor bajo el plano ecuatorial de unos 20 cm. La estancia original que contenía la cúpula, tenía una planta cuadrada de unos 550 cm. (20 pies castellanos). La transición entre la base circular de la cúpula y el cuadrado de la planta, se produce mediante dos niveles de estribos que generan un prisma octogonal bajo el que se sitúan las pechinas de mocárabes (Fig. 8). Sobre el nivel superior del tambor existen unas delgadas pechinas de ajuste, encargadas de realizar el paso entre el octógono y el círculo.
La cúpula presenta un trazado de lazo lefe en toda su superficie. No obstante, al tener que adaptar un trazado originalmente plano a una forma cuasi-esférica, no se conservan sus propiedades geométricas y es necesario recurrir, a lo largo de determinados ejes, a la ruptura de dicho trazado, adaptándolo en cada uno de los 12 gajos que componen la cúpula. De esta manera, los gajos confluyen en una estrella de 12 puntas en la clave (Fig. 9).
LA CONSTRUCCIÓN DE LA CÚPULA
- Estribado
El estribado, es parte fundamental de la armadura, puesto que recibe las cargas de los pares curvos, y las transmite a los muros perimetrales, soportando a su vez los empujes radiales. El nivel superior del estribado está configurado en forma de doble anillo, con maderos de 20×15 cm, de manera que el anillo interior es el que recibe los camones sobre su cara superior, formando un conjunto ensamblado para transmitir el peso y los empujes al anillo exterior. Los maderos de ambos anillos se ensamblan entre sí a medias maderas. (Fig. 10).
- Estructura resistente
Uno de los descubrimientos más importantes de la carpintería de armar española fue la duplicación de las limas, en sustitución de la lima bordón, ubicada en la arista que conforman dos faldones adyacentes. Dicha duplicación permite que cada paño de la armadura tenga autonomía estructural y posibilita su prefabricación en el suelo.
En la construcción de esta cúpula los carpinteros utilizaron la calle de limas moamares, usualmente vacía de estructura, para incorporar en ella camones estructurales que quedan ocultos, y a partir de ahí incorporar el resto de los elementos (Fig. 11). Así, la cúpula puede entenderse como un sistema de pares, que sigue las reglas de la carpintería de lo blanco, formada por doce gajos en forma de sector esférico.
La estructura resistente está constituida por doce camones principales de 9 x 7 cm de sección que apoyan en el estribado, funcionando éstos como “limas” entre los que se ubican, a modo de plementería resistente, los diferentes gajos. En la zona de la clave, cuyo punto central estas piezas no alcanzan, un anillo de hierro forjado une las cabezas de dichos maderos entre sí (Fig. 12).
- Características del gajo
Cada gajo, en forma de huso esférico, está conformado por dos familias de tres camones cada una, con una sección recta de 5,5 por 9 cm aproximadamente. Dentro de la misma familia, los camones tienen generatriz en forma de arcos de igual radio, contenidos en planos paralelos. Los principales y más largos de todos son los que conforman los límites meridianos del sector, paralelos y adyacentes a los camones principales de la estructura. El resto de los camones conserva el paralelismo, mientras que su longitud está delimitada por su encuentro con el camón correspondiente de la otra familia. Las distancias entre camones están determinadas por el lazo de diez, dejando el espacio comprendido entre los camones más cortos como un área de ajuste, en el que colisionan los trazados.
Para la prefabricación de los gajos es presumible que se hiciera un bastidor, sobre el cual poder realizar el montaje de cada uno de ellos. (Fig. 13). Una vez fabricados todos los gajos, el siguiente paso sería el izado y colocación de los mismos, encajándolos en la estructura de base (Fig. 16), y apoyándolos sobre el estribado mediante “caja y espiga”, tras lo cual, únicamente restaría cuajar el lazo de las calles que los separan.
EL TRAZADO DEL LAZO
A día de hoy, se desconoce cómo se introdujo el lazo en las cúpulas, aunque gráficamente, es posible trazar con precisión los límites de un doceavo de esfera, y dibujar sobre él la lacería visible en la cúpula. Sin embargo, en ese momento surgen los problemas: en la parte baja del gajo no cabe toda la traza que vemos en la obra original, mientras por la parte alta los espacios intermedios de la cúpula son menores que en la traza realizada.
Para tratar de averiguar la forma real del gajo, hay que proceder por tanteos sucesivos, ensanchando el huso por la parte baja hasta que el trazado de lacería coincida con el original (Fig. 14). Fueron necesarias doce aproximaciones para llegar a una solución parecida a la realidad, donde se aprecia que la sección de la cúpula resultante está bastante por debajo de la semiesfera. (Fig. 15). Dicha circunstancia implica que al autor no le preocupaba en absoluto que tuviese dicha forma.
Respecto a la incorporación del trazado de lazo de diez en los gajos, es probable que se comenzase cada familia de camones de manera independiente. Se partiría de los camones principales, en los que es más fácil mantener el control geométrico, puesto que al hallarse junto al límite de los paños y paralelos al mismo, la distorsión angular que se produce es menor. Dicho límite es el eje sobre el que se ubican los centros de las estrellas de diez puntas, de donde parten los trazos que se dan con los cartabones de cinco y diez, y que sirven a su vez para realizar las ruedas, y para posicionar unas respecto a otras.
Cada camón va a representar la calle de las medias ruedas que forman cada borde, cuyos diámetros medirán aproximadamente una sexta parte de la altura del huso. Una vez dispuestas las medias ruedas de los bordes, se colocarían las ruedas tangentes en una calle paralela, dispuesta hacia el centro, sin rebasar el eje vertical del huso, y sobre la marcha se va rellenando el espacio central según el mejor criterio del propio tracista, y una vez completado un huso y afianzadas las diferentes piezas entre sí, se procedería a izarlo, sujetándolo ajustado entre dos camones, repitiendo el proceso hasta completar los doce gajos (Fig. 17).
El posicionamiento de las estrellas en lo que sería la “calle de limas”, iría en paralelo al de las mismas en la tercera calle, teniendo cada familia de camones un trazado prácticamente ortodoxo salvo por las imperceptibles correcciones para adaptarlo a la superficie esférica. Sin embargo, en una fase posterior, a la hora de unir ambas familias mediante la zona de ajuste central, el trazado resultante sería una solución coyuntural al arbitrio del carpintero.
La unión de ambas mitades de cada gajo, se reforzaría con diversas piezas horizontales colocadas por el trasdós, dos cortas en los vértices ubicados en los encuentros de camones, y otras dos más largas hacia la mitad inferior.
CONCLUSIONES
La cúpula de lazo lefe del Palacio de los Cárdenas supone un documento construido de uno de los tipos de armadura cuya realización se consideraba patrimonio exclusivo de los “geométricos”, escalafón más alto de los carpinteros de lo blanco. Si bien su trazado se asemeja en gran medida al de las otras tres cúpulas que han sobrevivido el paso del tiempo, sus peculiaridades, tales como la división de los gajos o la subestructura, diferentes a las cúpulas sevillanas, nos permiten entrever que no existía un único camino para llegar a la media naranja, y que era potestad del carpintero idear y ejecutar la estructura y su montaje.
Adicionalmente, es patente que en la carpintería de lazo, el afán de perfección geométrica queda supeditado a un equilibrio entre la estética y la simplicidad técnica. Así, encontramos que no se consideraba prioritario que el proceso de trazado y ensamble estuviese dominado por una férrea aplicación de la geometría esférica. Es particularmente interesante la aplicación de la lacería casi como si de un elemento plano se tratase, con sus mismos cartabones y escopladuras, sobre los camones curvados con un radio determinado, tras lo cual, al unir dos familias de camones simétricos, quedaba conformado el gajo, cuyas dimensiones exteriores se habían establecido previamente.
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Este artículo es un extracto del artículo «Análisis constructivo de la cúpula de madera del desaparecido Palacio de los Cárdenas en Torrijos (S. XV)», escrito por Enrique Nuere, Ángel Luis Candelas y Javier de Mingo (Albanécar), publicado en la revista «Informes de la Construcción» del CSIC en septiembre de 2020. https://doi.org/10.3989/ic.71019
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Saludos y muchas felicidades Arquitecto Javier de Mingo y el Arquitecto Enrique Nuere por la gran labor que están realizando al compartir sus conocimientos; soy Antonio Garfias diseñador gráfico de la Ciudad de México, siempre me ha resultado increíble el arte de patrones islámicos, casualmente encontré su gran aporte sobre el proceso que implicaba el realizar una cúpula; se me ha venido a la mente realizar una cúpula en modelado 3D, ojalá mas adelante pueda mostrarle; un gusto saludarle, un abrazo desde mi ciudad en México.