Cubiertas de doble pendiente

A lo largo y ancho de nuestra geografía abundan los edificios antiguos cuya cubierta muestra un cambio de pendiente en la parte más cercana al alero, haciéndose menos inclinada en dicha zona. Esta característica es indicativa de que se trata de una cubierta tradicional, y de hecho es uno de los síntomas que delatan que debajo pueda existir una armadura vista.

Hoy en día, acostumbrados a los faldones planos, lo vemos casi como una rareza estilística y hay quienes lo interpretan incorrectamente y de formas variopintas. Yo he llegado a oír que eso se hacía para que el agua, al discurrir, adquiera más velocidad y se aleje de los muros al caer al suelo. Desde luego, no se hacía por dicho motivo y dudo que pueda provocar ese efecto. Sin embargo sí que podía llegar a servir de “refreno” para las tejas impidiendo su deslizamiento generalizado hacia abajo, pero no obstante se trata de una cualidad secundaria.
Lo cierto es que el cambio de pendiente, por lo menos en la arquitectura castellana, no tiene ningún fundamento estético ni funcional. Se debe exclusivamente a un problema constructivo que es muy fácil de entender si observamos los diversos componentes de una cubierta tradicional, sobre todo se si trata de un ejemplar de par y nudillo.

Los pares que forman los faldones acometen sobre el estribo, que siempre solía situarse -y aquí está la causa de la doble pendiente- en la cara interior del muro. Entonces, si directamente se dejase el faldón tal y como está y se tejase, el agua iría a parar a las cabezas de los muros, con los devastadores efectos que ello supondría. Obviamente, la solución viene añadiendo otro faldón sobrepuesto al anterior, que permita llevar el agua hacia fuera. Los maderos que forman dicho faldón, llamados contrapares, al tener que partir de un punto intermedio de los pares originales y llegar más allá de la cara exterior de los muros, generan una pendiente menor que la original a la fuerza.

En algunos casos, especialmente si el edificio es pequeño, la diferencia de pendiente entre ambos faldones puede llegar a ser grande, dando un aspecto un tanto orientalizante al tejado, semejante al de una pagoda. Sin embargo, ese efecto se iba mitigando con el tiempo debido a los sucesivos retejos. En muchas ocasiones, en lugar de retirar las tejas viejas para colocar las nuevas, se iba haciendo una especie de superposición de capas, de manera que el punto de rotura de la pendiente se iba suavizando y transformándose en una curvatura menos perceptible. Cuando se interviene una cubierta para su conservación, es habitual tener que retirar toneladas de barro y tejas acumuladas en los cambios de pendiente.

Volviendo al tema estilístico, lo cierto es que el resultado formal de una cubierta con pendiente variable no siempre era del agrado de todo el mundo, por lo que los maestros se las ingeniaron para eliminarla, creando la sobrecubierta, que no es otra cosa que alargar los contrapares hasta la hilera. Esto provocaba la coexistencia de dos planos, uno visible desde el interior, formado por pares, cintas, saetinos, etc. por lo general ricamente decorado, y otro desde el exterior y ya recto, formado por los contrapares y el tejado propiamente dicho. De esa manera, entre ambos había una cámara de aire muy beneficiosa porque ventilaba los elementos de la cubierta interna. No obstante, este tipo de armadura sólo se ejecutaba en edificios de gran importancia, puesto que encarecía su ejecución.

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11 Comentarios

  1. Me gusta lo práctica y plástica que es tu exposición. Las fotografias y los dibujos aclaran mucho una cuestión que algunas veces me preguntaba mirando tejados de iglesias. Gracias

    • Gracias a tí por tu comentario, y me alegro de que el post te haya servido para comprender mejor cómo se hacían las cubiertas tradicionales. Un saludo.

  2. Es una delicia leer sus post. Me encanta su blog y el cuidado que tiene con todo lo que cuenta, con sus fotografías y el diseño del mismo. Mucha suerte y seguiremos leyéndole.

  3. Un experto en carpintería me indica desde Suiza, que en su opinión el contrapar puede ser en Europa indicativo de que hubo una cubierta tradicional vegetal anterior, posteriormente cambiado el material a tejas o pizarra. Me interesaría conocer su opinión. Gracias de antemano y enhorabuena por la magnífica información y diseño.

    • Hola C. Menéndez, muchas gracias por tu comentario y disculpa el retraso en responderte.
      Lo cierto es que el tema de la cubierta vegetal tradicional en Europa no lo he tratado con profundidad. Intentando encontrarle un sentido constructivo, lo que imagino es que al ser un tipo de acabado no impermeable, se crease una sobrecubierta con objeto de dejar una cámara intermedia «de seguridad» para permitir que la ventilación elimine los posibles accesos de humedad, y en caso extremo, la reparación sin afectar a la estructura interna. Desde luego es un tema interesante. Un saludo.

  4. Pienso que la función fundamental de la cubierta es la evacuación del agua, por lo que prevalecería el sentido funcional sobre el estético del artesonado. Las sobrecarreras reducen la pendiente de la cubierta al aproximarse al alero y por tanto la velocidad del agua que discurre por las canales, todavía hoy en las cubiertas nuevas se hace. La primera y segunda teja tienen menor pendiente para que el agua se pare y entre mejor en los canalones. Si la velocidad es mayor puede saltar sobre ellos. También retiene mejor la teja árabe. El viento, los pájaros, ramas…, mueven las tejas y pueden hacer caer las del alero si tienen mucha inclinación, le dan estabilidad al tejaroz. El las fotos se puede apreciar cómo cuando se supera la pendiente del 35% se resbalan unas sobre otras dejando aberturas. Me parece muy interesante tu entrada, felicidades ¿Que opinas?

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