La función del can

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En edificios históricos con estructura de madera, gran parte de las veces, bajo cada viga existen dos piezas llamadas canes o ménsulas, una en cada extremo, que ayudan a transmitir las cargas a los muros y disminuyen el riesgo de que las humedades alcancen a la viga. En tiempos, se aprovechaba además su ubicación expuesta hacia el espectador para decorarlos labrándolos de mil y una formas, desde las más sencillas molduras hasta figuras antropomorfas o animales. Los canes también pueden encontrarse formando parte de aleros, o dispuestos en forma de zapata, soportando dos jácenas a un tiempo.

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En lo que respecta al funcionamiento estructural del can, es frecuente ver que se interpreta de manera errónea, pues se suele asumir que su misión es acortar la luz (distancia entre apoyos) de la viga, al permitir que ésta descargue sobre toda su cara superior. Sin embargo, esto no sucede así en absoluto y lo veremos más adelante con un ejemplo.

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Para que una viga pudiese descargar a lo largo de todo un can, debería mantenerse perfectamente horizontal, lo cual es imposible, puesto que una viga, incluso sin cargar, se encuentra en un estado de flexión permanente que hace descender su zona central, adquiriendo lo que se denomina flecha, proporcional a la cuarta potencia de su longitud –es decir, que una viga que mida el doble que otra descenderá 16 veces más-, lo cual nos da una idea de lo importante que es reducir la luz todo lo que se pueda. Pero si ha quedado claro que la luz apenas se reduce con la adición de canes, convenimos igualmente que la flecha tampoco lo hace.

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Imaginemos un ejemplo muy gráfico: si colocáramos a un luchador de sumo sobre una vigueta con canecillos, el resultado sería perfectamente predecible. El excesivo peso soportado por la vigueta le provocaría una gran flecha en el centro, y la compatibilidad de movimientos obligaría a los canes a pivotar sobre su apoyo, manteniéndose tangentes a la vigueta en un punto muy concreto: en el que se produce un equilibrio estático entre la fuerza que ejerce la vigueta sobre el can, y la correspondiente reacción de la solera. Resultaría de este modo que la luz de la viga sería muy parecida a la que habría sin canes.

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La conclusión que sacamos hasta el momento es que los canes no ayudan en nada a evitar la flecha en una viga, con lo que automáticamente nos preguntamos: entonces, ¿para qué sirve un can?

Pues tal y como dije al principio: Para una mejor transmisión de las cargas y evitar las humedades.

Su utilidad la veremos más clara si comparamos una viga sin canes y otra con ellos. La que carece de los mismos apoyaría directamente sobre la solera si tenemos la suerte de que exista, y al tener flecha, y por lo tanto curvatura (recordemos que siempre tiene ambas cosas), en realidad estaría apoyándose sobre una zona ínfima de la solera, justo en el borde interior. Al concentrarse toda la reacción en un único punto, habría problemas de deformación por compresión perpendicular a la fibra, que es uno de los que peor tolera la madera. Es decir, el can sirve expresamente para aumentar la zona de apoyo de la viga, aunque sea ligeramente, y permitir que las cargas se transmitan al muro de una manera más centrada y menos puntual.

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Al margen de todo el tema estructural, no hay que obviar que una de las máximas que han de cumplir las buenas estructuras de madera es la de «que corra el aire», y el can, dependiendo de su configuración, también cumple la función de alejar la viga de las posibles humedades en la fábrica de los muros, dándole un mayor margen de supervivencia, sobre todo, si además de canes, los encuentros con muros se resuelven mediante arrocabes. Todo aquello que permita a la madera estar rodeada de aire en lugar de verse embutida en la masa de los muros garantiza una mejor defensa de ésta frente a cualquier patología.

En resumen, los canes cumplen con la misión de transmitir las cargas al muro evitando excesivos esfuerzos cortantes, manteniéndola alejada de posibles humedades, y también para permitir una decoración que antaño era deseable y habitual.

Publicado en El oficio de carpintero.

7 Comentarios

  1. Hola!

    Acabo de descubrir tu blog y me parece estupendo. Tan sólo quería felicitarte y darte las gracias por cuidar tanto el contenido y compartir tu investigación con los demás.
    Voy a seguir sumergiéndome en él, a disfrutar!

    🙂

  2. Hola!

    Está genial el curso. He oído hablar mucho de Enrique Nuere y ahora poniéndome las pilas con lo que tú nos cuentas. Duda: ¿algún curso en qué nos introduzcas al este mundo de la madera? ¿Y forma de suscribirnos l blog?

    Muchas gracias!

    • Hola Ignacio. Imparto cursos, pero cuando me lo propone alguna institución. Si todo va bien, habrá uno en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, en la Cartuja de Sevilla, a principios del año que viene. En cuanto al blog, puedes seguirlo en Facebook. Por otra parte, intentaré añadir alguna herramienta de suscripción en la propia web.
      Un saludo!

  3. No estoy de acuerdo en que los canes no reduzcan la luz de apoyo. El pivotamiento descrito no es tal dado que ése giro no es perfectamente articulado sino, en el peor caso, semiempotrado por tener oposición de la mampostería superior que carga sobre la viga+can.
    Aún suponiendo que fuera perfectamente articulado tampoco es cierta esa afirmaciòn pues la flecha depende de la inercia de la vida y el can supone un aumento del canto y, por tanto, de la inercia. Es como poner una viga de madera acartelada y apoyada en su extremos. Está claro que no flecta como una viga sin acartelar.

    • Hola Jesús Mari, muchas gracias por compartir tu punto de vista. Cierto es que no se puede considerar como si fuera una articulación pura. Dependerá de varios factores, pero es muy dificil que las escasas fábricas que el conjunto viga-zapata tengan encima, detrás del punto de apoyo, puedan contrarrestar el momento positivo ejercido por toda la viga. Sobre todo teniendo en cuenta que el mechinal es muy probable que no esté macizado. Me encantaría tener tiempo y dinero para hacer algún experimento acerca de éste tema.
      Un saludo.

  4. Otrosí digo, los canes del dibujo no representan a los reales, ya que todos tienen un vuelo sobre el plano interior del muro y el del dibujo no lo tiene, lo que facilita la teoría que mantiene.

    • Desde luego, he visto varios ejemplares en los que can y viga alcanzan la misma prolongación detrás del paramento, y no suele ser muy generosa…

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